La renuncia, la
remembranza, el aullido de un disgustado almacenamiento de nada,
podrido, alborotado, caliente miembro desbaratándose en mi interior,
se retuerce, se erecta ante el palpar de mi no estimulación
consciente; un bebe que chilla y chilla y yo lo apuñalo, pero no es
un bebe, es solo la muñeca carbonizada de mi añorante infancia; la
navaja en mi ingle me necesita una vez mas, borbotones de sangre, de
hiel, de semen tibio y miembros sersenados; ¡dame mas!, alcanza esa
costilla a mi mano y te mostrare como se crea la vida, la putrefacta
vida, ese perro carroñero de mi encrucijada, ¡y que caigan los
cruzados del cielo!, traicionado por el rey pedófilo de su
comarca, que viola niñas, que mata hombres y se come a sus mujeres,
un testículo menos dirá el, una vagina mas a mi gourmet; los brotes
sigen cayendo y el publico aplaude, quieren mas, esta diversión
perversa lo embriaga, los llena de luces con sombras fornicantes y
sonidos vociferantes de una penetración que los llama. Pero ya es
demasiado tarde para mi, estoy cansada, necesito un espacio sin
colores alucinante y cuerpos pestilentes, el olor a sexo me ha
impregnado hasta el alma, mi himen caduco necesita un poco de agua
fresca, y aunque nunca florecerá, de vez en cuando es bueno
fertilizarlo con tierra nueva y húmeda, y no solo con rancios penes.
ATTE: Sandira
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